HOMILÍA CON OCASIÓN
DEL 194º ANIVERSARIO DEL GRITO LIBERTARIO DE PIURA.
Hace 194 años, los
piuranos de aquel entonces, conscientes del momento histórico que se vivía en
el Perú y adelantándose a la proclamación de la Independencia de nuestra Patria
en seis meses, con coraje, valor y determinación se reunieron en este recinto
sagrado de San Francisco de Asís para decidirse por la Independencia. Cuenta la
historia que después de haber tomado esta trascendental decisión era necesario jurarla,
es decir asumir el deber de respetarla y hacerla respetar con cabal responsabilidad.
Algunas versiones de
la época señalan que la proclamación y la jura de la Independencia se dieron el
mismo día 4 de enero de 1821. Otras crónicas más bien advierten que después de
tomada la decisión por la Independencia el día 4, fue más bien el día 6 de
enero, fiesta de la Epifanía del Señor o Pascua de Reyes, el día en que se juró
la libertad de Piura la que fue saludada por una salva de veintiún cañonazos y
con una Misa de acción de gracias solemnizada con el himno del Te Deum. Es
relevante señalar que tan importante decisión se tomó en un recinto sagrado, en
este mismo templo de San Francisco de Piura que hoy nos acoge, y que la jura de
la Independencia se selló con la celebración de una Santa Misa. Nuestros
antepasados eran muy conscientes que sólo Dios, que se ha revelado plenamente
en la persona de su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, es el verdadero garante de
la libertad.
Y es verdad hermanos.
Sólo en la medida en que servimos al Señor y somos obedientes a sus
mandamientos permanecemos en la verdad y así somos auténticamente libres. Sólo
en la medida en que nos adherimos al Señor Jesús, nuestro libertador (ver Gal
5, 1), el hombre vive una vida conforme a su verdadera dignidad y le da a su libertad
su verdadero sentido y fin: El amor y el bien. No hay libertad por la libertad.
Ello sería el vacío. La libertad es para el amor y para el bien.
Qué
gran lección nos dejaron nuestros antepasados como don Miguel Jerónimo Seminario y Jaime, Manuel del Valle, Pedro León y
Valdez, Miguel y Tomás Arellano, Buenaventura Raygada y José Manuel López,
entre otros: Sólo en nuestra fe cristiana seremos
capaces de construir la Piura justa, reconciliada y próspera que todos
anhelamos. La forja de Piura no puede darse al margen de la fe cristiana, la
cual sella su identidad desde su fundación hace 483 años, sino necesariamente dentro
de ella y desde ella.
Saludo a las nuevas autoridades
Comenzamos este año 2015 con la alegre noticia de contar con nuevas
autoridades en nuestra Región, Provincias y Distritos, así como en las diversas
instituciones tutelares del Estado. Ello es siempre motivo de esperanza. Mi
saludo más cordial a todos los que han recibido de Dios y del pueblo el encargo
de dirigir los destinos de nuestra Región y
Gobiernos locales en los próximos cuatro años. Junto con mi amistad les aseguro
mis oraciones y les hago llegar mi ofrecimiento personal y el de la Iglesia, de
colaborar activamente con ustedes para trabajar por el bien común de Piura, sirviendo
al bien de la persona humana que es un bien sobre todo de naturaleza espiritual,
y que demanda exigencias sociales, culturales, políticas y religiosas.
La Iglesia no es ni quiere ser un agente político. A ella no le
corresponde la tarea de actuar directamente para construir un orden justo en la
sociedad, esto corresponde a los fieles laicos que desde su fe cristiana actúan
políticamente como ciudadanos bajo su propia responsabilidad. Pero al mismo
tiempo la Iglesia tiene un profundo interés por el bien de la comunidad
política, cuya alma es la justicia, y le ofrece su contribución específica en
dos niveles. En primer lugar iluminando
el quehacer político con su Doctrina Social. Dicha doctrina, argumentada a
partir de lo que está de acuerdo con la naturaleza de todo ser humano,
contribuye a hacer que se pueda reconocer eficazmente, y luego también
realizar, lo que es justo. De otro lado la Iglesia despierta las conciencias,
alimenta y fortalece las energías morales y espirituales, las cuales son
indispensables para anteponer las exigencias de la justicia a los intereses personales,
o de una clase social, o grupo o partido.[1]
Queridas Autoridades piuranas: Estoy seguro que ustedes se esforzarán
según el máximo de sus posibilidades y capacidades para hacer una gran gestión
en beneficio de todos, con una especial atención y solicitud por los más pobres,
indefensos y necesitados; y que lo harán, desde su condición de cristianos, con
generosidad y valentía, iluminados por la fe y por el Magisterio de la Iglesia,
y animados por la caridad de Cristo.
Asimismo mí llamado a todos los piuranos a que colaboremos con nuestras
nuevas autoridades. Dejemos de lado los egoísmos y los intereses de grupo ya
que todos somos piuranos y Piura es nuestra casa y tarea común, es decir
responsabilidad de todos. Quiero sí pedirles a todos los piuranos mucha unidad.
Es doloroso constatar en algunas circunstancias nuestra desunión, conformismo y hasta indiferencia en la defensa y
promoción de ciertos proyectos absolutamente necesarios para el desarrollo
integral de nuestra Región. Que como otras regiones del Perú, sepamos exigir con
serenidad pero con firmeza y unidad, es decir con paz pero con decisión, lo que
Piura en justicia requiere.
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