América dona un Papa al
mundo
Queridos
hermanos y hermanas:
Con
inmensa alegría hemos recibido el día de hoy la noticia de la elección de Su
Santidad Francisco I como nuevo Romano Pontífice. La Iglesia Universal, pero en
particular la Iglesia que peregrina en América Latina, experimenta un inmenso
gozo ya que el Espíritu Santo nos ha dado a través de los Cardenales electores
un nuevo Papa, Obispo de Roma y sucesor de San Pedro. En esta hora solemne y
bendita, elevemos unánimes nuestra oración para darle gracias al Señor Jesús, junto
con la bienaventurada siempre Virgen María, Madre de Dios y con todos los
Santos, por la elección del Papa Francisco I.
El corazón rebosa de alegría. Roma tiene
Obispo y la Iglesia nuevamente tiene un Papa que ha recibido del mismo
Jesucristo el encargo de guiar a la Iglesia y confirmar la fe de sus hermanos
(ver Jn 21, 15-17 y Lc 22, 31-32). Nunca olvidemos que “el Obispo de Roma es la
cabeza de la fe y Pedro es el principio de unidad de la Iglesia”.
¡Qué
júbilo y bendición! El nuevo Papa es latinoamericano, proveniente de la
Argentina. Como él mismo lo mencionó en sus primeras palabras de saludo, “mis
hermanos Cardenales han ido a escoger a un Obispo de Roma al fin del mundo”. Ello
constituye toda una señal del Señor Jesús: que nuestro Continente Latinoamericano,
llamado de la esperanza y destinado a ser el continente del amor, está maduro
para infundir la savia de la fe en Cristo a todo el mundo de hoy.
Sí,
tengamos la certeza que con la elección de Francisco
I, Jesús nos envía por los
caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra
(ver Mt 28, 19). Por eso ante esta elección, se hace urgente y necesario un
compromiso eclesial más convencido en favor de una “nueva evangelización” que
nos conduzca a redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el
entusiasmo de comunicar la fe.
¿Quién
es el Papa?
Como
sucesor de Pedro en el gobierno de la Iglesia, el Papa es el Vicario de Cristo
y Cabeza visible de la Iglesia. Al mismo tiempo que es Obispo de Roma, es el
Supremo Pastor y Doctor de la Iglesia, su máximo Jefe y guía, y tiene la misión
de ser fundamento visible de la unidad de la Iglesia en la fe y la caridad.
“Tú
eres Pedro”
«Tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no la
derrotarán» (Mt 16, 18).
La
confianza en la promesa del Señor nos alienta a caminar confiados y seguros bajo
la guía del Vicario de Cristo en la tierra. Respondamos con todo nuestro amor y disponibilidad a la guía del Papa Francisco. Miremos
al Pedro de hoy con afecto, y que nuestra adhesión no sólo sea afectiva sino
que sea también efectiva. Las obras, las acciones, serán en definitiva las que
ratificarán la entereza de nuestra Fe.
Es
significativo que el Papa haya escogido el nombre de “Francisco”, un nombre que
nunca antes había sido elegido y que evoca humildad, sencillez y testimonio
evangélico. Asimismo es señal de su sencilla y profunda espiritualidad haber
pedido la bendición del pueblo por medio de la oración antes que dar la suya;
haberse dirigido con amor de pastor a su Diócesis de Roma; y haber rezado junto
con el Pueblo de Dios las oraciones básicas de la vida cristiana como son el
Padrenuestro, el Ave María y el Gloria.
Oremos por el Papa
Queridos hermanos y
hermanas: la misión del Papa no es fácil. Él está totalmente entregado al servicio
de la Iglesia. Asimismo su ministerio consiste en hacer presente el amor de
Dios en el mundo para así reunir en torno al Crucificado a todos los hombres y mujeres de
hoy. Por este motivo, debe abrirse cada
vez más y más al misterio de la Cruz, abrazándola como única esperanza y único camino con
el fin de ganar y reunir en el Crucificado a toda la humanidad.
En
su primer mensaje el Papa nos ha pedido: “Recen a Dios por mí”. Por ello que
nuestras oraciones se eleven con fervor y constancia por el Santo Padre. Que
hoy y a lo largo de todos los días de su Pontificado recemos por su santidad,
salud e intenciones con la siguiente oración:
¡Oh
Jesús, Pastor Supremo de la Iglesia!
Renuevo
en tu presencia mi adhesión incondicional
a tu Vicario en la tierra, el Papa Francisco I.
En
él, Tú has querido mostrarnos
el camino seguro y cierto
que debemos seguir en el mundo de hoy.
Creo
firmemente que por medio de él,
Tú mismo nos gobiernas, enseñas y santificas,
y bajo su cayado formamos
la verdadera Iglesia: una, santa, católica y apostólica.
Concédeme
la gracia de amar, vivir y propagar
como hijo fiel sus enseñanzas.
Cuida su vida, ilumina su inteligencia, fortalece su espíritu,
defiéndelo de las calumnias y de toda maldad,
así como de las asechanzas del maligno enemigo,
para que nos gobierne paternal y solícitamente
con firmeza de roca apostólica.
Aplaca
los vientos erosivos de la desobediencia
y concédenos que en torno a él,
tu Iglesia se conserve unida y firme
en la fe, la esperanza y la caridad,
para que sea sacramento universal del don de tu Reconciliación.
Santa María, Madre de la
Iglesia, ruega por él.
San José, custodio del Redentor,
ruega por él.
San Miguel Arcángel,
patrono y protector de la Iglesia Universal, ruega por él.
Santos Apóstoles Pedro y
Pablo, rueguen por él.
Amén.