“JESÚS TE BUSCA DÉJATE ENCONTRAR POR ÉL”.
La mañana del domino 30 de noviembre, nuestro Arzobispo, Monseñor
José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., presidió la Santa Misa correspondiente al XXXI Domingo
del Tiempo Ordinario en la Basílica Catedral de Piura. La Eucaristía fue ofrecida en acción de
gracias por la reciente canonización de San Manuel Gonzáles García, fundador de la Unión
Eucarística Reparadora.
Al iniciar su homilía y reflexionando en el mensaje del evangelio nuestro Pastor resaltó que: “Si
el domingo pasado el Señor nos hablaba de un publicano pero en una parábola, ahora el
Evangelio (ver Lc 19, 1-10), nos habla de un publicano real del cual incluso se nos dice su
nombre: Zaqueo, que en hebreo significa «el puro, el inocente».
Todos sabemos que los
publicanos eran colaboracionistas de los romanos, cobraban los impuestos para ellos y
además se enriquecían a costa de la gente cobrándoles más de lo debido. Eran por tanto
personas explotadoras, corruptas y pecadoras. De Zaqueo además se nos dice que era «jefe
de publicanos», por tanto su inmoralidad y pecado debía ser mayor. Pero el encuentro con el
Señor Jesús cambió su vida, le devolvió la pureza e inocencia, y a pesar de su condición de
pecador encontró misericordia y la gracia de la salvación. Zaqueo buscaba a Jesús, pero era
Jesús quien lo buscaba primero a él”.
“Como bien nos explica el Papa Francisco, Zaqueo tuvo que superar por lo menos tres obstáculos para encontrarse con Jesús. En ellos podemos encontrar ricas enseñanzas para nuestra vida cristiana. El primer obstáculo fue su baja estatura. Zaqueo no podía ver a Jesús por eso se subió a un árbol (a un sicomoro) para verlo pasar por las calles de Jericó. También nosotros podemos creer que no estamos a la altura de Jesús, que no somos dignos de merecer su amor. Y es todo lo contario porque todos somos hijos amados de Dios (ver 1 Jn 3, 1), también el injusto y pecador. Así como con Zaqueo, el Señor fija sus ojos en ti y en mí a pesar de nuestro pecado y nos llama por nuestro nombre. No soy indiferente a su amor. Jesús está dispuesto a darme su misericordia y en ella la posibilidad de un nuevo comienzo que me lleve a crecer en la estatura de la santidad”, acotó Monseñor Eguren.
“Nos dice el Papa que el segundo obstáculo que Zaqueo venció fue la vergüenza paralizante.
Pensemos por un momento. Zaqueo era un personaje público, jefe de los publicanos, un
hombre de poder pero muy odiado por la gente que lo conocía bien. Al subirse a un árbol podía
hacer un ridículo delante de todos. Pero superó la vergüenza porque su deseo de encontrarse
con Jesús y de ser salvado por Él era más fuerte. Zaqueo se arriesgó y actuó. Nos dice el
Evangelio que corrió, subió y luego cuando el Señor lo llamó se dio prisa en bajar (vv. 4-6). Por
eso siguiendo el ejemplo de Zaqueo no nos avergoncemos nunca de ir al encuentro con Jesús
en la confesión sacramental, a pesar de lo grande que pueda ser nuestro pecado. No nos
dejemos paralizar jamás por la vergüenza o el miedo porque el Señor siempre nos ama más y
nos espera”.
“Finalmente -continuó nuestro Arzobispo- Zaqueo tuvo que enfrentar un tercer obstáculo: la
murmuración. Las gentes no sólo se conforman con cerrarle el camino sino que además lo
critican, se llenan de chismes y de habladurías «porque Jesús había entrado en la casa de un
pecador». La murmuración es terrible y como dice el Papa es criminal porque mata la imagen
de Dios en el hermano y por tanto mata al prójimo. Más aún dice el Papa, los que viven
juzgando al prójimo, hablando mal de él, son hipócritas, porque no tienen la fuerza, la valentía
de mirar sus propios defectos. Pero Zaqueo no se dejó vencer por el qué dirán de las personas.
Si la multitud lo miró con despreció fue la mirada misericordiosa de amor de Jesús lo que le
traspasó el corazón, lo llenó de consuelo y lo movió a la conversión e hizo de él un hombre
nuevo. Zaqueo confío en esa mirada y a pesar de todo lo que la gente decía de él no se
desanimó. Fue al encuentro de Jesús, le preparó su casa, lo recibió y Jesús le cambió de vida:
«Señor, voy a dar ahora mismo la mitad de mis bienes a los pobres. Y si en algo he defraudado
a alguien, le devolveré cuatro veces más lo defraudado. Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la
salvación a esta casa».
Como Zaqueo a pesar de quién seas y de lo que hayas hecho, que las
murmuraciones y juicios de los demás no te desanimen jamás ni te alejen del Señor. Siempre
hay la posibilidad de un nuevo comenzar porque el amor de Dios es más grande que nuestro
pecado”.
Canonización de San Manuel González García, “El Obispo del Sagrario abandonado”.
“Quiero felicitar a las miembros de la Unión Eucarística Reparadora, institución fundada por el
reciente proclamado santo Monseñor Manuel González García, el Obispo del Sagrario
abandonado. Qué importante es el apostolado que ustedes realizan, despertar en los demás el
sentido de adoración y de fe en el misterio de Jesús Eucaristía, para que todos nos enteremos
de que ahí en el sagrario está Dios realmente presente. La canonización de vuestro padre
fundador les exige desplegar aún más su apostolado: Que Jesús nunca este sólo en ningún
sagrario. Para ello conquisten más almas y corazones para Cristo Eucaristía. Ustedes que
todos los días adoran a Jesús Eucaristía y lo acompañan en el sagrario, recen por la fidelidad y
la santificación de nuestros sacerdotes y seminaristas, y por el aumento de las vocaciones al
sacerdocio y a la vida consagrada”, concluyó Monseñor Eguren.
Cabe resaltar que La Unión Eucarística Reparadora (UNER) es un Movimiento de espiritualidad
y apostolado eucarístico fundado en 1910 por San Manuel González García. El carisma de esta
obra es impulso y ayuda para acoger, vivir, contagiar y proclamar la vida que brota de la
eucaristía, buscando que el don que el Padre nos hace en Jesucristo Eucaristía sea acogido
por todos y ocupe el centro de la vida de muchos cristianos. En la UNER quieren hacer de la
Comunión y Misa diarias, del trato e imitación de Jesús Sacramentado, principio y alimento de
la vida y acción. Desde sus orígenes su misión se inserta en la pastoral parroquial y diocesana.
En nuestra Arquidiócesis están presentes desde hace más de 50 años.
(Oficina de Prensa).
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